TELEVICIDIO Y LA BUSQUEDA DE LA IDENTIDAD NEGATIVA
Ruth Thalía Sayas, la adolescente de 18 años que tras presentarse en el programa “El valor de la Verdad” que dirige Beto Ortiz en el canal 2 “Frecuencia Latina”, concursando reveló secretos de su vida íntima, había tenido sexo a cambio de dinero.
También por dinero en la emisión televisiva se exponía a las condiciones degradantes impuestas por polémico reallity shosw, con el agravante de hacer partícipe de ello, exponiendo in vivo y en directo el rostro de la humillación de sus familiares más cercanos en este caso sus padres y la estigmatización de Bryan Romero a quien presentaban como pareja sentimental, a la postre este individuo la asesinó por dinero.
Crónica de una muerte anunciada de Ruth Thalía Sayas, televicidio, que en este caso reúne todo los requisitos para ser catalogado como delito culposo (no inconsciente) no previó siendo previsible o previó confiado (sobrevaloró) que no se produciría de acuerdo a las circunstancias, contrariando un deber de cuidado.
Trae a la memoria lo que debatió la defensa de un caso fatal de similar programa ocurrido en 1995 en los EE.UU.: “buscaron una víctima, localizaron a un asesino y proporcionaron un motivo. Lo único que no hicieron fue apretar el gatillo”.
Hay una figura jurídica del “impulso irresistible” que 1922 se consideró como concepto de enajenación mental, hoy impugnado, "que el acusado hubiese llevado la acción aún en el caso que tuviese 'un policía a su lado'”. El programa se transmitió a pesar que el policía (el público) lo iba rechazar, el asesino Bryan Romero Leyva, cometió el asesinato a pesar de que era consciente de que iba a ser el primer implicado. ¿Hubo detrás de ambos la persecución consciente o inconsciente de reforzar el ego en la búsqueda de la identidad negativa? Habría que evaluar la biografía de cada uno de los personajes.
¿Qué factores incidieron para que Beto Ortiz, que tiene la preferencia del público por su excelente programa “Abre los Ojos”, que ha llegado con justa razón, a ser considerado el periodista más influyente en nuestro medio esté tras la búsqueda de un programas denigrante de la sensibilidad humana calificados como “programas basura” ¿que lo motiva transgredir por decir lo menos? Evalúa su culpa según cómo evolucionan los acontecimientos… ya cayó un pez gordo (un político de buen nivel) que le brinda su apoyo “desinteresado”…
Aunque programas denominados “basura” han inundado el espectro televisivo especialmente en los informativos, no es casualidad su relación de causalidad en la proliferación de conductas punibles en la sociedad (parricidios, infanticidios, suicidios) como unos de los tanto factores, incluida la sobrevaloración de las noticias negativas.
Este programa “El valor de la verdad” ha demostrado ser más denigrante que los venidos a menos (Magally, Laura Bozzo, Mónica Zevallos…) se trafica el valor de la “verdad”, adjudicándole un precio. Embaucan a los televidentes, un detector de mentiras o polígrafo inventado en 1938, basado esencialmente en el registro de respuestas fisiológicas, variaciones de presión arterial, ritmo cardiaco, la frecuencia respiratoria al estrés, imprimen sus resultados en un papel.
Lo que se realizó a Ruth Thalia, es simple y llanamente un casting donde expuso sus secretos y las respuesta en público deberían de estar de acuerdo con esa verdad revelada. El polígrafo es un bluf.
El programa “El valor de la verdad” denigra a la persona humana, las organizaciones pro derecho humanos hasta la fecha han hecho mutis, quizá, se animen a formar parte parafernalia contra el “feminicidio”, aunándose al llamado del cuestionado conductor Beto Ortiz.
EN EL PERÚ, LA JUSTICIA NO ES CIEGA
Dr. Pablo Albán Silva.
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