TOMARSE LIBERTADES
Tan tiránico me parece forzar a las mujeres a ir veladas en nombre de Mahoma como a que se quiten los velos que quieran vestir en nombre de Simone de Beauvoir.
Fernando Savater.- filósofo
Diario El Comercio, viernes,
15/marzo/2013
Puede que no haya palabra más
voceada que "libertad" a todo propósito, venga o no a cuento, y que
permanezca sin embargo peor entendida. En el terreno filosófico la libertad se
llama libre albedrío y ha conocido varios intentos exterminadores, que antaño
venían de la teología y hoy de la divulgación científica, es decir en ambos
casos de saberes algo borrosos, coloristas y propensos a la truculencia
intimidatoria. Tomemos por ejemplo Incógnito (ed. Anagrama) del neurocientífico
David Eagleman, obra muy entretenida, que se propone revelar "las vidas
secretas del cerebro" (no tan secretas, claro, gracias a él como Los misterios de las catedrales dejaron de serlo después de que
Fulcanelli escribiese dos volúmenes sobre ellos). Según parece entre esos
secretos revelados no tiene lugar el libre albedrío: más allá de la ilusión
psicológica de actuar por nosotros mismos, todo es determinismo genético y
cultural. Convendría leer también por si acaso El mito del cerebro creador (ed. Alianza), del catedrático de la
Universidad de Oviedo Marino Pérez Álvarez.
Fernando Savater (filósofo)
Que la neurociencia liquide el libre albedrío es cosa tan
improbable como que la espectrografía de sonidos acabe con la inspiración
musical, pero sin embargo ha causado cierta satisfecha perplejidad en mi amigo
Arcadi Espada, que se dice mareado por la perspectiva de la vida humana sin
libertad de elección, aunque parece irse acostumbrando bien (en El cultural de El Mundo, 1/3/03). Su triunfal desconcierto
me recuerda al de aquel solipsista (es decir, partidario de la idea de que sólo
existe uno mismo como sujeto que percibe y crea la realidad) cuando escribió a
Bertrand Russell que los argumentos a favor del solipsismo le parecían tan
concluyentes que le extrañaba que no hubiera más gente partidaria de él…
Quizá lo del libre albedrío pueda aclararse al menos en parte
dilucidando a que se refiere ese término, tarea propia de la hoy semiolvidada
filosofía, pero en lo tocante a libertades cívicas el asunto se hace más
complejo. Por ejemplo, esa sentencia del Tribunal Supremo anulando la
prohibición dictada por el Ayuntamiento de Lleida del burka y otros velos
islámicos en los espacios públicos. La prohibición municipal respondía al deseo
de garantizar la igualdad entre mujeres y hombres, mientras que la sentencia
del TS pretende proteger la libertad religiosa. Confieso que siempre que leo
los apellidos que se le suelen poner a la libertad (religiosa, de comercio, de
expresión, de cátedra, etc…) me acuerdo de aquella democracia orgánica de los
tiempos franquistas. Prefiero la libertad (y la democracia, claro) sin
remoquetes que con frecuencia se vuelven contra ella. La libertad es la
facultad social del ciudadano para hacer lo que le parezca más conveniente por
las razones subjetivas que sean: interés, placer, devoción, vanidad, etc…
Naturalmente, la sociedad tiene el derecho y el deber de poner límites a esa
libertad cuando su ejercicio comporta daños o peligros objetivos para otros:
inseguridad, lesiones, difamación, destrucción de bienes, expolio laboral, etc…
Los motivos subjetivos de cada cual deben dar lo mismo a la autoridad, a la que
sólo compete evitar los efectos objetivamente perjudiciales de las acciones
sobre los demás.
De modo que si alguien se identifica cuando legítimamente es
requerido a ello, no veo por qué no puede llevar burka o escafandra, sean sus
motivos religiosos o submarinistas. Lo que es lesivo para la dignidad humana es
que se nos prohíba hacer algo que no va contra ninguna legalidad racional, pero
resulta desacostumbrado. Tan tiránico me parece forzar a las mujeres a ir
veladas en nombre de Mahoma como a que se quiten los velos que quieran vestir
en nombre de Simone de Beauvoir. Y si hablamos de igualdad, ¿hay alguna prohibición
de indumentaria para los varones? ¿Se les prohíbe acaso llevar minifalda o
tacones de aguja…o burka? ¿Un hombre con pasamontañas en verano es sólo
estrafalario pero una mujer con velo está siempre oprimida, aunque ella diga lo
contrario? Sin hablar de veladuras, es revelador al respecto el admirable
ensayo "Sobre la libertad" de John Stuart Mill, el único libro de
filosofía que yo impondría como lectura obligatoria para todos…contraviniendo
así los deseos del propio autor.
Cortesía del diario El Comercio
Su amigo
Dr. Pablo Albán
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